lunes, febrero 20, 2006
Día 2 [16 de Febrero 2006]
Desperté bastante tarde, en cuanto pude me despejé las lagañitas y me metí a bañar, agua calientita, pero la enfríe para despertar bien. Ya había pasado la hora de desayuno en el comedor, así que comí frituras que había comprado en el aeropuerto de Atlanta, tomé un poco de agua Ciel que traía desde Tijuana, me cambié y me lave los dientes, listo para ir al centro de Alcalá a conocer.
Salimos de la residencia a eso de las 11:40 de la mañana, o, como se acostumbra decir por estos rumbos, las 12:00 menos 20, esperamos un momento el autobús, en la estación equivocada, finalmente nos dimos cuenta de nuestro error y fuimos al frente del hospital, a los pocos minutos ya estábamos arriba de un bus de la línea 2, con dirección a la Plaza de Cervantes en el centro de Alcalá de Henares.
El pase nos costó 1.05€ por cada uno, los autobuses son limpios y grandes, con ventanas panorámicas de pocas divisiones, calefacción, fácil acceso para personas discapacitadas y de la tercera edad. Las paradas se piden presionando alguno de los botones que están colocados en las agarraderas propias del autobús; éste solo se detiene en las estaciones designadas, sus horarios son prácticamente fijos.
Rápidamente llegamos al centro de Alcalá, aproximadamente unos 12 minutos de camino, en el transcurso de este pequeño viaje aproveche para tomar algunas fotografías, grabar algunas voces que platicaban fluidamente en el bus y para escuchar la radio española en mis audífonos.
La Plaza de Cervantes es bonita, con muchos árboles alrededor, también por el momento deshojado, pero igual es bonita. Caminamos unos pocos metros y nos encontramos en la rectoría de la Universidad de Alcalá de Henares. Otro edificio impresionante, con una fachada magnífica, es una edificación que transmite historia por cada pasillo, en cada rincón, en cada puerta, el jardín central me dejó pasmado unos segundos, avanzamos un poco más, dimos un giro a la izquierda y llegamos a un portón, tras el cual se encuentra la oficina de atención a alumnos Erasmus [plan de intercambio al que pertenecemos], entramos y nos recibió una chica de unos 22 años con una cara hermosa y pura, un pequeño y coqueto piercing en el labio y unos ojos muy expresivos, su nombre: Teresa.
Bromeó un poco con nosotros, que poníamos más atención a sus movimientos y al sonido de sus palabras que a estas mismas, estábamos totalmente cautivados por ella. Se portó muy amable con nosotros, nos indicó a que hora debíamos de regresar de 4 a 6 con fotografías para nuestras credenciales, nos recomendó un lugar para tomarnos las dichosas fotografías y de paso un lugar dónde comer.
Más sumergidos en nuestras fantasías que en el mundo real en ese momento, nos dirigimos hacia el estudio fotográfico que Teresa nos había recomendado, 3€ por 8 fotografías de buena calidad. Salimos y nos encaminamos a buscar un lugar barato para comer.
Al fin llegamos a un tipo bar con mesas bien al fondo, había unas máquinas como de casino a la entrada y una fuerte nube de humo, pues había varios señores comiendo ahí en la barra, caminamos hacia las mesas, donde el humo ya no llegaba, esperamos titubeantes indicaciones del mesero y por fin nos sentamos en una mesa junto al televisor. El mesero nos recitó el menú del día, dos platillos, bebida y postre por 7€, ¡vale!
Comí hasta más no poder, el pudín de chocolate que pedí lo dejé a la mitad, sentía que iba a reventar, no estoy acostumbrado a comer tanto. En fin, pagamos la cuenta y como pude me puse de pie y comenzamos a caminar nuevamente rumbo a rectoría, notamos que la mayoría de los comercios estaban cerrados, recordé entonces aquel comentario de un profesor en Tijuana que mencionó lo de la siesta, me dio risa imaginarme a la gente dormidita a medio día.
Llegamos muy puntuales de vuelta a la oficina de Erasmus, de hecho 10 minutos antes, esperamos pacientes mientras le comentaba a Toño algunas de las cosas de las que me enteraba por estar escuchando la radio, al parecer una huelga de transporte público se avecinaba, a partir del lunes 27 de febrero, todos los buses de la ciudad dejarían de trabajar por 13 días, pensé: “me voy a pasar mi cumpleaños encerrado”.
Pasados unos 6 minutos después de las 4 de la tarde nos recibió nuevamente Teresa, abrigadita: “¿no te hace el frío?” me preguntó sorprendida por mi pobre sweater, yo contesté: “pues, si tengo frío, pero olvide empacar más ropa caliente”. Comentamos un poco del clima de Alcalá y de Tijuana, también de la comida, comentó que ella no come carne y le pedí me recomendará algunos lugares para comer comida sin carne, ya que hasta el momento había tenido que dejar a un lado el vegetarianismo por necesidad.
Le otorgamos nuestras fotografías y ella nos dio unas credenciales provisionales, las otras nos llegarían en un mes, dijo. También nos regaló un mapa detallado del centro de Alcalá, algunos folletos informativos y un calendario de actividades Erasmus, que incluía algunas excursiones, festivales, eventos y tal.
Salimos contentos de ahí con la esperanza de volver a ver a Teresa algún día nuevamente. Tomamos el bus hacia la residencia, al llegar dejamos algunas cosas y nos ahora nos dirigimos a las oficinas de Sócrates, el lugar donde se suponía nos matricularían para quedar inscritos ya bien en la Universidad y así poder tomar clases y que todo estuviera en orden. Llegamos después de perdernos un poco, sin embargo, las oficinas ya estaban cerradas, deberíamos de regresar al siguiente día por la mañana.
De vuelta a la residencia. Abrimos la puerta principal y una muchacha rubia nos recibió con un “hola” calido y alegre, y cierto acento, Katerina era su nombre, una chica alemana que había ido a la residencia a invitar a Carlos a su despedida, ya había concluido su plazo de estudios ahí, platicamos algunos minutos con ella y terminó invitándonos a nosotros también. Me dio mucho gusto ya tener planes para el viernes por la noche.
Lo siguiente fue dormir, el horario aún no era familiar para mis ojos, y me exigían reposo, dormí bien, hasta cerca de la hora de la cena.
Papelito verde, caminata, comedor, charolita, mantelito, pan, cubiertos, soda, pastelito, 2 platillos, ensalada, mesa, agua, televisión, comer despacio, como suelo comer yo.
De vuelta a la residencia, me conecté un momento, los saludos llovieron, básicamente la misma historia: “Todo está de maravilla, el trip ya valió la pena, y a penas va comenzando”. Me dio mucho gusto saludar a mis amigos. Le escribí a mi madre y le mandé algunas fotografías.
Me bañe a eso de las 2:30 de la mañana, se siente bien dormir limpio, aunque prefiero bañarme por las mañanas, pero como no podía dormir, pensé en aprovechar el tiempo. Pijama de Bob Esponja, camiseta de manga larga gris, no muy tapado, porque hay buena calefacción en la residencia.
Unknown 2:44 p.m.
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