domingo, marzo 19, 2006
Día 30 [16 de marzo 2006]
Ciertamente algo extraño está pasando, algo raro pasa con mi reloj biológico y me gusta, nuevamente abrí los ojos antes de que sonara el despertador, me levanté tranquilo, no muy despierto, pero tranquilo.
Me fui a desayunar, lo de siempre, ya el señor que me sirve el desayuno ni me pregunto que quería, ya sabía que era Cola-Cao, un napolitano de chocolate y un jugo de naranja, no sé si he mencionado antes, pero aquí los napolitanos no son como los de México, me refiero a los de marinela, porque aquí es un pan, como en forma tubular, como rollo y en el centro está el chocolate, por lo regular en la parte superior tiene chispitas de chocolate también.
Esta vez no me dieron utensilios para comerme mi panecito, me gustaba comer con cuchillo y tenedor el pan, pero bueno, supongo que así se ahorran bastante tiempo en lavar el montón de cuchillos y tenedores. Terminé con tiempo de sobra, justo antes de salir del comedor, vi en las noticias que unos niños fueron atropellados por su propio autobús escolar, creo que el autobús derrapo por la nieve o algo así, estuvo muy feo.
Los días han estado mejores últimamente, con respecto a la temperatura, ya ha habido algunas ocasiones en las que me voy en pura camisa o camiseta a la escuela [obvio, con pantalones y tenis]. Este fue uno de esos días, regresé al cuarto, me lavé los dientes, tomé mi mochila y me fui a la escuela, tenía laboratorio de control, seguido de clase de digitales y por último la clase de control.
Este día escolar pasó rápido, sin dificultades, aproveché para ir a la “reprografía”, yo no sabía que era, escuchaba que hablaban mucho de ella en clases, resulta que es donde sacan copias. Fui por unas hojas de especificaciones para mi trabajo de digitales. La verdad me gusta mi carrera, me gustan las matemáticas, los problemas de lógica, encontrar soluciones a problemas prácticos, diseñar circuitos, programar y todo eso, todo eso es lo mío, es mi fuerte; lo que no me gusta es alambrar, alambrar y soldar, wakala de pollo. Claro que a veces tengo mucha flojera y prefiero distraerme en otras cosas y hay muchas otras actividades que me gustan, pero i feel good doing what i do.
He notado que mi estomago se está poniendo sus moños, antes en Tijuana, no me daba hambre a una hora precisa, y aquí, a las 14:00 ya me empiezan a tronar las tripas y en la noche igual, y como trago, trago mucho, despacio despacito como siempre, pero me como todo, los 2 platos, el pan, la ensalada y el postre. En la media tarde regularmente gusgueo algo, por ejemplo, me hago un sándwich de atún o de jamón o solo de queso philapelphia o como galletas hasta que me dan asco, o alguna manzana o plátanos o lo que encuentre de plano, no sé como le voy a hacer cuando regrese a México, en un día normal aquí como lo que en México comería en 1 y medio o 2.
Pero eso sí, aquí camino mucho más, me gusta caminar, donde sea, solo que aquí me siento mucho más seguro, si en Tijuana pudiera caminar sin preocupaciones [y con preocupaciones me refiero a poder sacar mi cámara en cualquier lugar a cualquier hora] sería muy feliz. Me gusta Tijuana y por lo tanto quisiera poder ser capaz de tomarle muchas muchas fotos.
A pesar de que Alcalá de Henares es una ciudad de mucho extranjero, la gente me mira raro cuando saco mi cámara y empiezo a tomar fotos por aquí y por allá, tal vez sea solo mi imaginación o tal vez los extranjeros no se detienen comúnmente a tomarle fotografías a los botes de basura.
Se suponía que tenía clase de Montaje y Edición de Video Digital a las 20:00, así que me puse a ver los trailers que nos dio Natalia. Estuve seleccionando algunas posibles canciones para que acompañen a las imágenes, quiero hacerlo violento, a ver que sale.
También dediqué un tiempo a digitales. Después Toño y yo quedamos de ir ahora si al Gabana, el bar donde se reúnen los jueves los estudiantes Erasmus. Cuando yo regresara de la clase iríamos.
Salí un poco tarde de las residencias, para variar. Sin embargo, creo que mi autoestima está tan alta [o tal vez sea el cinismo], que últimamente ya no considero a cosas como la impuntualidad un defecto, sino como una característica.
Llegué al auditorio municipal a las 20:15, pero el salón estaba vacío. Fui a la oficina del coordinador del área de fotografía y me dijo que estuvo llamando hace unos días a la residencia pero que no pudo localizarme, el caso es que Natalia no iba a poder dar clase, me pidió disculpas y le dije que no se preocupara [mientras pensé en el montón de veces que suena el teléfono y que no contestó porque pienso que alguien va a contestar]. Y en un buen gesto, como para que no sintiera yo que di la vuelta en vano, me prestó unas revistas de fotografía y me recomendó algunos libros.
Era muy temprano como para regresar a la residencia, además tenía ganas de caminar y hambre. Decidí caminar pero comer hasta llegar a la residencia. Entonces caminé, caminé mucho, solo dejándome guiar por imágenes interesantes, no puse mucha atención al camino, solo iba con mi cámara en mano retratando cuanto veía.
Caminé un poco más de una hora cuando, había pasado por unas fuentes, parques, calles luminosas, strip clubs, viviendas, etc. Ya estaba cansadillo, empecé a ver más los edificios y sentí como que ya estaba en un lugar conocido, creí que estaba por llegar a la Plaza de Cervantes, para tomar el autobús de regreso a la residencia.
Sin embargo, estaba en un error, los edificios si eran familiares, porque eran los edificios que se encuentran circundantes al auditorio, toda mi caminata de una hora había sido en un gran círculo
La verdad me dio agüite, pero también me dio risa: “ándele por andar de fotógrafo intelectualoide valedor”. Pues bueno, a caminar un poco más, el dolor en mis piernas era fuerte, pero mi orgullo era más y tenía que llegar hasta la Plaza de Cervantes caminando, ¡que madres!
Después de otra media hora arrastrando mis piernas por las calles, llegué agotado a la estación del autobús para ir a comer algo a la residencia, estaba muy hambriento.
Llegué como a las 23:00 menos 20, Toño estaba listo para irse, bañado y cambiado, me preparé un sándwich y estaba comiendo y revisando algunas cosas en Internet. Toño se desesperó y le dije que si quería mejor lo alcanzaba allá, creo que quería irse temprano porque hasta cierta hora daban gratis bebidas o algo así.
Se fue y me quedé, me bañé y me cambié. Ya iba en camino al Gabana a las 0:02. Para mi desgracia perdí el autobús de las 0:00, así que decidí irme corriendo hasta el centro de Alcalá, temperatura 15°C, una camisa de manga corta sin sweater, cámara en un bolsillo y mp3player en el otro. Mi estilo típico. Corrí casi todo el trayecto, de vez en cuando me detenía, cuando me daba sed, esperaba a que se me pasara y después continuaba.
Entré al bar a la 1:00 menos 15, caminé desde la Plaza de Cervantes al Gabana, para que mi cuerpo se enfriara. El bar está a unos metros de la estación de policía, habíamos pasado por ahí varias veces pero no lo habíamos visto. Es un lugar de mediano tamaño, había mucha gente, muchísima, pero no batallabas tanto para moverte entre la gente. Di una vuelta y ya cuando iba a salir encontré a Toño, ya iba de salida él, pensó que no llegaría. Casi siempre llegó tarde a los lugares, pero siempre llegó, a menos de que algo muy fuera de mí alcance suceda.
Salimos un rato y me contó que había ido antes a un bar llamado “Moby Dick” y que había estado tomando, que pidió un clamato y un shot de tequila, y que le habían regalado un segundo shot. Entramos nuevamente al Gabana, nos encontramos a Mónica, la polaca que habíamos llevado a la rectoría de la Universidad el tercer día que llegamos aquí. Yo fui quien la reconoció, y le dije a Toño, la saludamos y nos acoplamos ahí con ella y con sus amigas japonesas, Erika, Yuriko e Iyami, o algo así entendí. Toño se fue a la barra después de platicar un poco con Mónica y yo me quedé ahí con ellas bailando.
La música es bastante variada, desde los clásicos 80’s, de The Smiths, The Cure, New Order, Joy Division, entre otros; pasando por el grunge de los 90’s, también mezclando música latina, samba, rock pop español, rock alternativo, hip hop, trip hop, reggaeton, dance, elctro pop, pop en español, pop en inglés, en fin mucha música diferente, para casi todos los gustos. El dj no es muy bueno, pero bueno, los únicos que se fijan en eso son los aburridos que no pistean.
Mónica y una de sus amigas se fueron a tomar aire, y yo me fui al baño. Toño aún no regresaba de la barra. Después de hacer mis quehaceres en el mingitorio, salí del lugar a tomar aire, porque el humo del cigarro ya me estaba medio mareando. Volví a entrar buscando a Toño, pero no lo encontré, me acoplé con un grupo de muchachas un rato, mientras veía que show con Toño. No apareció, entonces salí nuevamente para ver si estaba afuera o algo.
Recargada en una pared, sobándose los pies, encontré a Mónica, traía unos tacones muy altos, porque había sido fiesta de una amiga suya y de la fiesta se vino a bailar, le pregunté por Toño y me dijo que no lo había visto desde que se fue a la barra. En eso salieron sus amiguillas japonesas, querían ir a otro bar, Kan Kan, creo que se llama. Me invitaron y les dije que las alcanzaría en cuanto viera que show con Toño. Se fueron y entre una última vez al Gabana buscando a Toño, no apareció, supuse entonces que se había ido a otro bar o tal vez a la casa, en el poco rato que hablamos noté que ya andaba tomadillo.
Caminé por las calles un rato, sin dirección fija, no sabía dónde estaba el mentado Kan Kan, así que solo caminé [fue el día de mis piernas]. Después de un rato de caminata, me topé con Mónica y sus amigas, estaban en una banca, descansando, al parecer ninguna de ellas se acordaba bien bien dónde estaba el Kan Kan. Me senté en el suelo, frente a ellas y platicamos. Era la última noche de las japonesas en Alcalá, habían venido a estudiar español por un mes. Igual que yo, quedaron profundamente enamoradas de España, no se querían ir.
Estuvimos ahí como 10 minutos o algo así, después de los cuales nos dispusimos a encontrar el dichoso Kan Kan [no sé si así se escribe, o si se llama así, pero eso decían, igual y era alguna frase japonesa o algo, el medio curso de japonés por el que pasé ya tiene rato que se borró de mi memoria].
Yuriko era la más desesperada por encontrar el bar, andaba caminando muy rápido por las calles, hasta que finalmente encontró a dos españolas que nos llevaron hasta allá. El lugar está cerca de la facultad de economía, al este de la ciudad. Es un lugar peculiar, entras y están los baños y un lugar donde te guardan tus pertenencias, como abrigos y esas cosas. Hay unas escaleras que te llevan a la pista de baile, que básicamente está en el sótano del edificio, hay una enorme barra decorada con tema selvático.
Ahí estaba más vació que el Gabana, pero de todas maneras había bastante gente, la mayoría eran españoles, estadounidenses y asiáticos. Entramos, bailamos un rato y cuando ya faltaban como 12 minutos para las 3:00, me despedí, quería alcanzar al autobús que salía a esa hora. Salí corriendo, esta vez no me detuve cuando me dio sed, no había tomado nada desde que estuve en la residencia.
Faltaban 2 minutos para las 3:00 cuando estaba atravesando la Plaza de Cervantes. Conforme me fui acercando, distinguí a Toño, sentado en la banca de la estación. Cuano estuve como a un metro de él, noté una mancha en el suelo, su cabeza la veía, le dije: “¿Qué pedo güey?”, volteó a verme, sus ojos estaban muy rojos, y me dijo: “Me quedaste muy mal”, su gesto era raro, como con una mueca; le contesté: “Pues te desapareciste, no supe que pasó”, y me dijo: “Me fui al Moby Dick otra vez”.
Me contó que me buscó un rato en el Gabana, que se había encontrado a Carlos, que le había preguntado por mí y que como no me vio, se regresó al Moby Dick a seguir pisteando, lo noté, la mancha en el suelo era vómito. Estaba bastante ebrio. Me senté en el extremo contrario de la banca, y solo veía el reloj municipal. El autobús no llegaba.
Toño me empezó a contar como había estado la onda en el Moby Dick, pero me repitió la historia como 3 veces, me preguntó que si había visto a Carlos como 4 veces, a lo que yo contestaba: “No, no lo vi”. También en repetidas ocasiones me dijo: “si quieres regrésate al Gabana yo aquí espero el camión”, a lo que yo respondía, estoy cansado, solo quiero regresar a la residencia.
No llegó el autobús, lo estuve esperando media hora, el frío ya me estaba haciendo la noche de cuadritos, Toño se volteaba cada 8 minutos a intentar vomitar, me decía: “puras babas de tequila”. Como ya tenía yo mucho frío, le pregunté: “¿Estás bien?” me contestó que sí, “porque yo me estoy cagando de frío y mejor me voy a ir caminando”, le dije; me dijo que él no tenía frío y que si quería que me fuera. Me fui corriendo, no tenía muy buen control de mis manos ya por el frío.
Corrí hasta que sentí que mi cuerpo ya estaba caliente, caminé un rato, corrí otro poco, cada que me acordaba volteaba para ver si pasaba algún autobús, ni uno solo. Justo antes de llegar a las residencias, crucé un puente, debajo de éste una carretera, la mayoría de los vehículos que pasaban a esa hora de la madrugada eran trailers; el barandal del puente me llegaba a la altura de las costillas, pensé: “supongo que aquí no hay muchos suicidas”. Tomé algunas fotos y corrí nuevamente hasta la residencia, a este punto ya no sentía mis piernas.
La residencia estaba vacía aparentemente. Entré al cuarto y lo primero que hice fue bañarme, y echar a la ropa sucia mi ropa apestosa a cigarro. Salí de bañarme, me puse mis yamis y me puse a platicar con mis amigos del rancho. Después de un rato, como a las 4:30 me empezó a preocupar Toño, no había escuchado que abriera la puerta de la residencia; no me preocupaba que le fueran a robar o hacer algo, lo que me preocupaba era que la policía se lo llevara por vomitar en la calle o algo así.
Considero a Toño mi amigo, y no sé que tengo que no puedo ver a mis amigos borrachos, o sea, está bien que pisteen lo que quieran, pero verlos pedos, así hasta las chanclas, me entristece, siento gacho. Y sí, con todo y el sentimiento gacho me fui, porque me estaba muriendo de frío y además desde que tuve un encuentro muy desagradable con un amigo que se puso muy borracho, no puedo estar mucho tiempo cerca de gente borracha, la verdad es que siento mucha desconfianza y como miedo. Creo que aquí a muchísimos pasos de casa debo de ver primero que es lo que a mi me conviene, debo de preocuparme en cómo es como yo voy a estar mejor, egoísta tal vez, pero la verdad bajo estás circunstancias necesario.
A las 6:00 escuché la puerta de la residencia abrirse, era Toño, aún borracho, pero ya no tanto. Me dijo que se había venido caminando porque el autobús nunca pasó. Tomé agua y me dormí.
Unknown 7:42 p.m.
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