jueves, marzo 23, 2006
Día 36 [22 de marzo 2006]
Vaya que si dormí bien hoy, tal vez no tan bien, pero me desperté a las 14:30 o algo así. Es lo bueno del cuarto, tiene unas cortinas gruesas y además las ventanas tiene una protección, como las cortinas de metal de algunos comercios, pero de plástico, entonces como no las subo, casi no entra luz al cuarto.
Tuve una pequeña interrupción en mi sueño, como a las 9 y tantas, porque vino un señor a ponerle la tapadera al escusado. Me hice como que estaba leyendo y no me moví de la cama, pero tenía mucho sueño, en cuanto el señor terminó de instalar la tapadera y salió, puse el libro a un lado y me tapé la cara con las sabanas. Leí como 3 renglones.
Me hice un bocadillo para desayunar como a eso de las 15:00, y me metí a bañar, quería ir a cortarme el cabello. Me fui caminando, tenía ganas de caminar, hacia frío, pero estaba de muy buen humor. Hoy fue uno de esos días en los que sonreí sin motivo aparente, o mejor dicho, sin realmente preocuparme o pensar por qué estaba sonriendo.
Tenía la idea loca de tomar muchas fotos, pero sin centrarme, solo sacar la cámara y tomar fotos a donde fuera, y sin revisar que fue lo que salió. Hubo un par de fotografías que si tomé a conciencia. Cuando regresé a casa, me di cuenta de que no es tan buena idea eso de no fijarse al tomar fotos.
Caminé poco más de una hora, llegué casi hasta donde voy a mis clases de Montaje y Edición de Video Digital. Mi propósito era entrar a la primera peluquería que encontrara. Pero la primera que encontré estaba cerrada. Y anduve divagando por la ciudad, metiéndome por calles que no había visto, tomando fotos aquí, allá y acullá.
Cuando por fin entré a una peluquería me llevé la sorpresa de que me dieran un boletito, como en las carnicerías, era el número 40, me dijo el señor que había 8 personas antes que yo, pero que andaban afuera y que algunos seguramente no regresarían, que si quería esperar que me sentará o que volviera más al rato.
Me senté en un sofá grandote que había, me puse a leer el periódico, la noticia del día es que la ETA ha manifestado una tregua o algo así, al parecer se quiere llegar a un acuerdo y dejar las armas.
Solamente pasó una persona antes que yo. Había 3 peluqueros, el señor que me dio el numerito, un muchacho como de unos 29 o 30 y una señora. Me tocó que ella me cortara el cabello. Al principio no estaba muy seguro de cómo explicarle, no sabía si las máquinas de peluquero aquí se manejan por números [la 0, 1, 2... etc.], para mi fortuna si es así. Pedí mi corte clásico.
El proceso es muy parecido a como me cortan el cabello en Tijuana. Hasta hoy tenía como 7 años cortándome el cabello en el mismo lugar, Barbería Río Grande, está por en la plaza las brisas, al lado del Gigante. Solo una vez en esos 7 años me corté el cabello en otra parte, y no me gustó.
Me gustó que la señora uso mucho las tijeras, la máquina casi no la tocó, pero, en sí no es de los mejores cortes de cabello que he tenido, de hecho, primero me lo había dejado medio cuadrado, como flat-top, pero no así exactamente, le pedí que lo redondeara, no me cortó las patillas, porque luego me arrastran los huevillos. [ese chiste me lo contó mi madre, sorprendida de que una señora se lo haya contado a ella]. El caso es que me dejó las patillas al estilo europeo, creo, así como largas y medio puntiagudas, no me hizo mucha gracia.
Y luego, es caro cortarse el cabello aquí, 8.70€, a comparación de los 45 o 50 pesos que pago en Tj [y a muchos de mis amigos se les hace que pago demás]. En los cortes de cabello siempre disfruto cuando me pasan una como escobita con talco por la cara, me hace cosquillas.
Caminé de regreso a la residencia, otra hora y un poco más. Me detuve en un puente a tomar fotos, me da risa y gusto que la gente sea tan cortés, siempre que me ven preparándome para tomar una foto se detienen para no arruinar la toma, y yo siempre les pido, apenado, que continúen con su camino.
Estaba tomando una foto en un crucero, y el señor que sale en ella [el que trae un paraguas], me preguntó: “¿salió bien la foto?” y yo: “sí, me gustó el color del cielo” [aunque salen más nubes que cielo, pero me gustó el tono de azul que salió], él: “a mi la pantalla esa me gasta mucha pila, por eso mejor siempre veo por el hoyito, solo uso la pantalla para ver como salieron las fotos”, y yo: “¿Quiere ver la foto?”, él: “a ver…” Le enseñe la foto y me empezó a contar que tenía una cámara de video que le había costado bien cara y que se la enseñó a un amigo suyo y que este le ofreció muy poquito por ella y que entonces él le dijo: “anda, mira que te doy un trancazo”, me dio risa que dijera "trancazo", la manera en la que lo dijo fue única. No supe bien como terminó la conversación porque se puso a caminar pero seguía hablando y así se fue hablando, lo último que le dije fue: “que le vaya bien” y él seguía caminando y hablando pero ya sin mirarme, fue chistoso.
Llegué cansado a la residencia, cené bien. En el cuarto me encontré con la desagradable sorpresa de que no había Internet, así que no me quedó de otra más que dormirme temprano como cuando vas a los ranchos y no hay luz. Antes me metí a bañar para no dormir con los pelitos y me lave los dientes. Había que despertarse temprano al siguiente día.
Unknown 5:28 a.m.
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