sábado, marzo 25, 2006
Día 39
Hoy fue un día de nostalgia, nostalgia sin objetivo específico. En realidad no sé si se puede llamar nostalgia al sentimiento que envolvió mi día, porque en realidad no sentía que estuviera extrañando o añorando algo, solo sentía como un huequito.
Ahora que lo pienso, es posible que se le pueda atribuir a la música tranquila y sentimental y al clima de hoy, un clima tibio tirándole a frío, con un Sol brillante, pero no deslumbrante, aire calmado que tocaba mi cara muy de vez en cuando, muy sutilmente.
Comí por la tarde, la señora de la comida recordó lo del “pez”. Me senté en una mesa frente al televisor, con mis audífonos a medio volumen. No he aprendido a comer pez sin espinarme, no sé aún como manejar los utensilios para tomar un pedazo sin espina. Comí despacio, haciéndole honor a mi reputación. Hasta hoy no he conocido a alguien que coma tan lento como yo. Me gusta tomarme el tiempo para comer, aunque no esté saboreando cada bocado, solo me gusta estar tranquilo con mi comida.
Me bañe y mientras me cambiaba pensé: “debí lavar ayer”. Me senté a medio vestir frente al escritorio, solo me puse a ver el monitor por unos minutos, tenía una sensación extraña, me rodeaba, me abrazaba y me tenía ahí, estático viendo expectativamente la pantalla, como esperando a que se abriera una ventana y aparecer en otro lugar, un lugar sin tiempo, solo quería estar quieto, afuera.
Un ruido en la ventana me sacó de mi letargo, no supe que fue, pero me despabiló, recordé que tenía que comprar un multímetro. Me puse una camiseta y mi chamarrilla roja o guinda o no sé ya ni que color es. Acomodé mis audífonos en mis orejas y salí caminando, viendo hacia el frente, pero sin ver realmente, anduve de manera automática, sin pensar, ni sentir, ni poner atención, solo caminé.
Sabía que era tarde, tal vez demasiado tarde como para comprar el aparato que necesito. Decidí tomar el autobús, caminaría desde la Plaza de Cervantes a la tienda de electrónica. Me sentía desanimado, pero no triste, no preocupado, solo con un hueco que quería llenar con aire fresco, con tranquilidad, quería estar en un lugar sin ruidos, con poca luz, pero luz calida, quería estar solo y no pensar, no sentir, solo estar ahí, como formando parte del paisaje, mezclarme con el lugar y unirme a él.
Caminé despacio por la calle Mayor, sin poner atención a los detalles, a las construcciones, a la gente. Aunque por un momento me distraje con los gritos de niños, estaban sentados frente a un titiritero, reían de su acto, les gritaban a los personajes, estaban entretenidos y divertidos; ver sus caras me sacó una sonrisa y una sensación de bienestar, continué caminando.
Mientras seguía por las calles, pensé en el tipo de persona que soy, ya soy una persona alegre, hace algunos años pensaba que jamás podría serlo, menos solo. Soy una persona alegre, pero enteramente de la tarde, de la tarde noche. Cualquier hora del día es buena, pero la tarde/noche me llena de paz regularmente. Uno de mis placeres es conducir de noche por la ciudad, ha servido, pues conozco bastante bien a mi Tijuana, me monto en el auto, pongo algunos cd’s y manejo, cantando, pensando, sin dirección fija, sin un plan, sin un objetivo o meta, me encanta eso.
A veces, cuando salgo con amigos o amigas, hablo mucho mientras manejo, voy viendo el camino pero no voy dirigiéndome a algún lugar, solo sigo adelante, con la plática y con la gastadera de gasolina, varias veces me han preguntado: “¿A dónde vamos?” y mi respuesta casi siempre es: “no sé”. Me gusta no saber, ya sé muchas cosas como para también saber a dónde voy siempre.
Si, la tarde me gusta bastante, me gusta el color del cielo, las nubes, las sombras extendidas al máximo, el ambiente fresco que se siente, el olor de la tarde, cerca de los árboles, cerca de la playa.
Llegué a la tienda de electrónica, con la seguridad de que estaría cerrada, y así fue, hacía más de 4 horas que la habían cerrado. Cerré los ojos y suspiré lentamente, no me quería preocupar por nada. Fui a una tienda, compré fanta de limón, una botellita con agua y unos chicles. Caminé nuevamente, me encontré de pronto, dentro de un parque: “perfecto” – pensé. Me dio gusto estar ahí, entre caminos de tierra, rodeado por altos árboles que se extendían muy lejos de mis brazos, me dio gusto, pero no me llené de emoción o de alegría, solo me sentí bien de estar en un lugar parecido a lo que buscaba.
En el centro del parque hay un estanque, pero esta elevado, tuve que subir unas escaleras, quedé encima del estanque, el agua no estaba muy clara que digamos, había peces blancos en el fondo, los podía ver quietos, moviendo esporádicamente sus colas. Me senté un rato, saque el libro y me puse a leer.
Después de un rato, bajé del estanque y caminé hacia una fuente, frente a la cual había una banca, le di un trago a mi fanta y gire en mi eje para observar todo el parque, gire 3 veces, una viendo el suelo, otra viendo el horizonte y por último viendo las copas de los árboles y el cielo. Me senté en la banca de madera. Comencé a leer, con música de fondo por Death Cab For Cutie, el cd The Photo Album, que escuché muy a gusto, disfrutando cada nota, y con especial gusto el cover que hacen de la canción All Is Full Of Love de Björk. No supe cuanto tiempo estuve ahí, solo supe que fueron 2 cd’s y que cayó la noche.
Sentí algo de frío, me puse de pie y me encaminé hacia la Plaza de Cervantes, para tomar el autobús de nuevo a la residencia, mi estado aún no cambiaba del todo, pero ya me sentía diferente, pues había conseguido apartarme un rato del mundo y solamente estar ahí, en una banca, con bonita música, leyendo, respirando lentamente.
Tomé el autobús. Continué leyendo en el camino. Llegué a la residencia y me tiré momentáneamente en la cama del cuarto. Cerré los ojos y me quedé quieto por algunos minutos, sin dormir, solo quieto, ahí, como regresando al mundo.
Ya sin audífonos, fui a la sala, Carlos estaba con su amigo Perico [así les llaman a los Pedros aquí], estaban jugando PS2. Perico no le podía ganar a Carlos, se retiró después de una última derrota y Carlos en tono retador me invitó a jugar. Le gané.
Pocos minutos después, aparecieron los chicos brasileños, habían ido a Madrid, estamos pensando en ir a un partido del Real Madrid próximamente, así que fuero a investigar los precios y esas cosas. Toño también se había ido a Madrid, me había invitado, pero yo no estaba para acompañar a alguien, hoy quería estar solo.
Carlos y yo nos pusimos a ver una película argentina/española, llamada “Martín (hache)”, una película de bajo presupuesto, no muy bien hecha en sí, pero con personajes interesantes y con diálogos bastante buenos.
Estábamos como a mitad de la película, cuando llegó Toño. Cuando acabó la película estuvimos varias horas hablando con los brasileños, tal vez me hagan el paro para ir al festimad, el lunes voy a ir por los boletos y al parecer Rapha quiere ir.
No nos dimos cuenta de que ya iban a ser las 4 de la mañana, pues, resulta que aquí se cambia a horario de verano la última semana de marzo, así que esta semana estaré a 10 horas de diferencia de mi rancho. Me metí al cuarto, me lavé los dientes y terminé este post, en seguida a la cama. Naiti nait.
Unknown 8:39 p.m.
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