domingo, marzo 26, 2006
Día 40
Llegó el domingo, día de tarea. Me puse a alambrar algunas últimas cosas de mi tarjeta de digitales. Llamó mi madre, me reclamó que no le haya escrito en los últimos dos días [es que se me chispotió], hablamos mucho, no acostumbro hablar mucho por teléfono, nunca he sido fan de las largas llamadas telefónicas, sólo algunas veces he durado más de 5 minutos en una conversación de esas, soy muy antipático por teléfono.
De las pocas veces que he hablado más de 5 minutos, varias de las conversaciones y las emociones que de ellas surgieron, han quedado grabadas en mi memoria. Una que viene a mí, fue una que tuve con una chica con la que salí un tiempo, estábamos hablando, poniéndonos de acuerdo para vernos ese día, el tema de conversación comenzó a obscurecerse y de pronto ella lloraba, tenía problemas, las cosas andaban mal en su casa, le extendí mi ayuda, así a través de la línea, pero ella no quería/podía escucharme, yo era un niño queriendo arreglar su mundo y sentí que me rechazó, lloraba quedito y de vez en cuando levantaba la voz, yo trataba de calmarla, pero ella estaba muy lejos de mis palabras, su voz se iba y venía, temblaba y después se escuchaba muy clara y enfurecida, las últimas palabras que yo dije fueron: “aquí estoy, aquí estoy, aquí estoy”, ella colgó. Y no levantó el teléfono para mi nunca más. Esa fue la primera vez que escuché a alguien llorar por teléfono. La última vez que escuché llanto por teléfono, fue mi eco.
Mi llamada más larga por teléfono fue el año pasado, hablé más de 3 horas con una chica a la que no conocía, le llamé desde mi celular hasta su casa en Mexicali, hablamos muchísimo, esa tarde descubrí su voz, esa tarde descubrí muchas cosas de ella sin que habláramos profundamente de algo, esa tarde reímos de estupideces, ese día hicimos planes, esa tarde se convirtió en noche, esa noche me dolieron los oídos.
Pasé la tarde, comiendo quesadillas y pan tostado. Después un poco de PS2, ya nos habíamos alejado del vicio, pero ya nos ha pescado de nuevo. Carlos nos prestó a Toño y a mí sus raquetas y nos pusimos a jugar tenis en la cancha frente a la residencia.
Resultó que el tenis es mucho más difícil de lo que parece, batallé bastante para controlar mis raquetazos. Es un juego largo, pero entretenido de una manera peculiar, jugamos mucho tiempo, y quedé apestando a macho europeo pero con ganas, en cuanto entré a la residencia me metí a la ducha.
Ya era hora de cenar, me cambié y me fui al comedor. Hoy supe, por fin, el nombre de la señora que me sirve de comer, se lo pregunté y pensó que le preguntaba por el platillo que me servía. “Me llamo Lili” – me dijo con su vocesita dulce, ya tenemos nuestro jueguito con lo del pez/pescado. Pronto le preguntaré por lo de su idioma raro.
Después de cenar me puse a investigar lo del festimad, mañana me voy a ir a Leganés a ver que show con los boletos, me voy a pintiar la escuela, es que no quiero quedarme sin ticket. Ojalá que si pueda ir.
Estuve hablando con Toño muchas horas de nuestros traumas pasados, de cómo llegamos hasta donde estamos ahora, las cosas que hemos superado, etc., etc. Fue muy entretenido y el tiempo se esfumó sin que nos diéramos cuenta.
Dormí entrada la madrugada, escuchando varias veces la canción A Spindle, A Darkness, A Fever And A Necklace de Bright Eyes.
Unknown 6:37 p.m.
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