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jueves, mayo 04, 2006
 

Día 74 [29 de abril 2006]

Tempranísimo ya estaba con el ojo pelón, eran las 6:36, debíamos apresurarnos para estar lo antes posible en Madrid y tener buenas opciones. Unos pocos minutos después de las 7:00 ya estábamos caminando, cubiertos por una fresca mañana.

Caminamos hasta la estación de tren. En la mochila yo llevaba: una bolsa de pretzels y 2 paquetes de corn nutts amarillos [los que me envió mi madre], pasta y cepillo para dientes, unos chones, unos calcetines y una camiseta, desodorante, unas pinzas, una pluma azul y un lapicero, un sweater beige, cámara fotográfica con baterías y otras 4 de repuesto, el cable para USB de la cámara, el libro “Así Hablaba Zaratustra”, un cuaderno y tape. Agua compraría después.

Me dormí un rato en el tren rumbo a Atocha, había dormido como 3 o 4 horas en la residencia, estaba cansadón.

En atocha tomamos la línea 1 del metro y después trasbordamos a la línea 6 en la estación Pacífico, para finalmente bajarnos en la estación Méndez Álvaro, donde está la estación de autobuses sur de Madrid.

Mucho movimiento, como era de esperarse, hay un gran letrero luminoso con las diferentes horas de salidas y llegadas de los distintos destinos, al lado de éste hay otro letrero [no luminoso] donde se indica cuáles son las ventanillas correspondientes para cada uno de los destinos.

Preguntamos en una de las ventanillas por el viaje a Sevilla, el más próximo a salir sería a las 13:00, era demasiado tiempo para esperar, a penas serían las 9:00 en unos minutos, entonces, pensamos en Córdoba y Granada, nos iríamos en el que saliera más temprano. El ganador resultó ser Córdoba, que saldría a las 10:00, si mal no recuerdo. Mientras nos ubicábamos con respecto al lugar donde abordaríamos el autobús, estuvimos dando vueltas. Estábamos parados, decidiendo hacia donde caminar, cuando un tipo de unos 27 años, pelón y fornido se nos acercó, sacó su cartera y nos enseño una placa de policía; nos dijo: “permítanme ver sus documentos por favor”, “¡En la madre!” pensé, “descubrirán los 8 kilos de heroína que traigo en la mochila además de los 3 kilos de coca que me tragué como en la película de Maria Full Of Grace.

Afortunadamente se me había olvidado cargarme los kilos. Pero lo malo del asunto era que habíamos decidido dejar los pasaportes por miedo a que se nos perdieran, saqué mi seudo-credencial de la Universidad de Alcalá de Henares, y Toño mostró una copia de su pasaporte, yo también traigo una regularmente pero no supe que pasó con ella esta vez. El oficial de la policía federal nos dijo que era buena idea lo de la copia, pero que debíamos de acudir a nuestro consulado para que nos la sellasen, nos dejó ir sin más cuestionamiento. Fiiuu. [NOTA, no soy un drug dealer, el comentario fue meramente para cuestiones de entretenimiento y es ficción, por favor ya no me llamen para que les consiga un fix]

Llegó la hora de abordar, chatganíe la ventana, aunque después me di cuenta de que originalmente me correspondía a mí. En cuanto se puso el autobús en marcha empecé a babear la ventana.

Fueron 5 horas y media de viaje, hicimos un par de paradas, la importante fue una de media hora en un pueblito, donde nos bajamos a estirar las piernas y comprar agua, hacia calor.

Básicamente todo el viaje me la pase jetón, de repente me despertaba y veía por la ventana, era un relieve plano y verde, sobre todo por cultivos, vi de vez en cuando a personas cosechando.

Llegamos a Córdoba a las 15:41, me dolían las pocas nalgas, creo que hasta se me entumieron. Había un letrero, también luminoso, dentro de la estación, que anunciaba un viaje a Sevilla a las 17:15, preguntamos y compramos los boletos, sería día para Sevilla, el interés se basaba en la famosa feria de Sevilla, que al parecer terminaría el domingo.

Para hacer tiempo, fuimos en busca de comida, la verdad es que la primera impresión de Córdoba no fue muy buena, se veía desértica, vacía, claro, era la hora de la siesta, pero en sí la cuidad no te jala, no te atrae como Alcalá de Henares o Madrid. Caminamos y solo veíamos lugares cerrados, una que otra alma vagaba por las calles. Después de unos 10 minutos de andar, vimos un lugar semiabierto, pues no se veía mucho movimiento dentro de éste, solo al encargado cerrando ventanas y limpiando mesas.

Era una especie de bar, donde servían las famosas “tapas”, que son, básicamente, pan con algo, pides alguna bebida y la acompañas con tapas, que pueden ser de jamón, de chorizo, de queso, de tomate, de caracoles, etc. [sí, caracoles]



Pedí una Fanta de limón y una orden de tapas de jamón ibérico, Toño pidió una cerveza y salchichón. Comimos a paso normal, viendo el lugar aburrido y haciendo una que otra broma.

Regresamos a la estación con tiempo de sobra. Abordamos el autobús nuevamente, esta vez los asientos no estaban numerados, así que cada quien se fue por su lado, para babear una ventana cada uno. 2 horas y media de camino. 2 horas y medias más de mimi.

En el camino, Toño me hizo indicación de que una de las estaciones a las que habíamos llegado ya era Sevilla y yo que iba medio dormido le seguí la cura, ahí van los dos paisitas con sus cajas amarradas con mecates apresurados, todos escamadillos, bajándose de la burra. Ya que estábamos abajo me detuve un poco como a pensar qué estaba pasando, Toño se volteó y me dijo: “¿Por qué no se están bajando todos?” y yo: “pues, a lo mejor aquí no es” y ya nos regresamos con la cola entre las patas de vuelta al autobús.

Sevilla es una linda ciudad, es la capital de la comunidad de Andalucía, está bastante urbanizada, autobuses de doble remolque con pantallas en su interior. Edificaciones relativamente altas, pero no impresionantes, y calles con bastante flujo de vehículos motorizados.

Había bastante movimiento en las calles, mucha gente vestida con ropas típicas, o sea, a la antigüita, se movían en todas direcciones, por lo que al principio fue difícil saber en dónde estaba la feria.

Seguimos a unas personas, que después se dispersaron. Estábamos caminando frente a una especie de antiguo convento o algo por el estilo. De repente apareció una señora, de unos 36 años o algo así, bajita, morena y de cabellera descuidada que le rebasaba los hombros. Extendió su brazo, con la palma abierta buscando mi mano izquierda. No reaccioné a tiempo, primero pensé que me estaba pidiendo dinero y cuando menos acordé ya me tenía de la mano, con mi palma hacia arriba apoyada en la suya, era, aparentemente, una gitana, y me estaba indicando mi destino. Con su otra mano sostenía un romero creo, y me decía muchas cosas rápidamente, la verdad no le puse mucha atención, mencionó muchas cosas que les ha de mencionar a mucha gente, no creo que le diga a alguien “morirás a temprana edad” o “quedarás sólo, sin hijos ni familia” o “eres una persona fácil de manipular” o cosas por el estilo.

La dejé que terminara su show, ¿ya qué?, me leyó las dos manos, y al final me dijo: “son 5 euros por cada mano” y yo la vi como: “¿qué pedo?, mejor me hubieras pedido la feria y no hubiéramos perdido tiempo”; mientras esto sucedía Toño estaba con otra señora, y el mismo procedimiento sucedía. Toño si cree más en todas esas cosas, y pues está bien cada quien tiene derecho a creer lo que quiera, respeto y admiró que sea tan fiel a lo que cree, pero a veces siento que quiere hacerme entender que lo que él piensa es lo que está bien, su tono de voz cambia y noto que se pone como a la defensiva, yo para evitar problemas [hace tiempo que ya no me gusta discutir por cualquier cosa] termino callando mejor, las cosas siguen bien, aún no nos hemos agarrado en una discusión así fuerte… can’t we all just get along? [oh, dude, si estás leyendo esto, la verdad es que lo digo en la manera menos cagapalos posible, eres mi amigo y respeto tu forma de ser, solo a veces siento que no eres muy tolerante con mi manera de vivir, y sé que tampoco estás de acuerdo en que escriba todo lo que sucede aquí, pero también es mi elección y aunque en este caso estés involucrado en el relato, pues, sorry, nadie te está juzgando ni nada por el estilo, ni lo escribo para verme bien, ni para verme cool, ni nada por el estilo {sí, aunque creas que por poner esto aquí me estoy contradiciendo}, solo lo escribo porque me gusta compartir con mis amigos lo que me sucede, a final de cuentas son ellos quienes leen esto, una vez más sorry y gracias por estar aquí, neta.]

Entonces la doña rápido se dio cuenta de que yo no estaba muy satisfecho con su pequeña jugarreta, y me dijo: “lo tienes que dar con alegría y buena voluntad”, en tono que entendí como un tipo amenaza, en eso escuché que la otra señora le decía a Toño: “son 10 euros de cada mano” y casi instantáneamente me dijo lo mismo la señora que me atendía, le dije: “me acabas de decir que eran 5 por cada mano” y me volvio a repetir lo de la alegría y voluntad; saqué mi cartera y me puse a buscar monedas, me dijo: “monedas no, que traen la mala suerte… si tienes billetes yo te doy cambio” y yo por acá: “yeah, right”, encontré un billete de 5€ y se lo dí, le dije: “acabamos de llegar y a penas vamos en busca de un cajero automático”, “echa las moneditas, pues” – me dijo desilusionada, “no que no tronabas pistolita”, afortunadamente solo traía cacharpa, moneditas de 0.05€, 0.10€ y 0.20€, pues ahí le escarbé lo que pude y se lo di.

Victoriosos nos alejamos de las gitanas, con nuestro romerito de recuerdo, como indicando: “cliente distinguido”. Seguimos caminando, buscando la entrada al magno evento. Llegamos a un lugar de donde salía gente en caballo, bueno carroza, pero no tenía finta de entrada principal.Nos regresamos, las gitanas ya había desaparecido, mucho misterio pues. Llegamos a un crucero bastante transitado, la gente se amontonaba en el semáforo.

Hechos Bola



Cruzamos un puente que va sobre un río, bastante decente. Al llegar al otro extremo del puente, la gente estaba haciendo fila cerca de la esquina, había unas personas con muchas cajas de cartón, estaban regalando patatas fritas, estilo casero, pero para un mercado grande, 2 bolsitas por persona, nos pusimos a hacer fila pa que nos dieran papa… “me da papa por favor, tengo hambre”

Que Papas






Bien happy con una bolsita de patatas en la mano y la otra en la chamarra roja, continúe la caminata con Toño, ya nos acercábamos al lugar, se veía que la gente se concentraba aún más.

Básicamente, por donde llegamos, eran puros puestos de comida, más que nada parecían tapas y alguna que otra paella o platillos típicos españoles, pero no era como que hubiera un menú variadísimo, la mayoría de los puestos eran relativamente pequeños, y casi todos estaban llenos.

Eran muchísimos puestos, en superficie me atrevería a decir que abarcaban como la mitad de la Plaza Río, o sea, con todo y el estacionamiento correspondiente. En unos puestos las personas solo comían, en otros platicaban con mucho entusiasmo, en otros bailaban, pero en general todos se veían muy contentos, regocijándose de lo lindo.

Así Se Baila



Recorrimos la mitad de los puestos que había, luego fuimos a buscar un cajero automático, yo tenía la idea de que ya no traía ni un cinco, pero al revisar detenidamente mi carteruchaperrucha, me di cuenta de que la gitana no se había quedado con todo mi dinero después de todo.

Tuvimos que caminar un buen para encontrar un cajero automático al que le entendiéramos, porque el que nos topamos a la salida de la feria no decía claramente cuál era el botón para sacar feria, decía algo raro de recargar el monedero, pero para evitar malos ratos, mejor caminamos, al cabos que a eso íbamos, a turistear, no a hacernos pelotas con cajeros raros.

Regresamos a la feria, la verdad olía mal de vez en cuando, entre la gente y su olor a euforia y las cacas de los caballos en la calle, aunque a cada ratito pasaba una de esas barredoras de asfalto y, tras de ella, otro vehículo que echaba agua.

Ahí Va El Agwwa [pronúciese con voz de malilla]



Ahora cruzamos por los puestos de comida hasta llegar a los juegos mecánicos. Así como en las ferias de Tijuana o Rosarito o cualquier ciudad decentona del país, las ferias tienen como atracción principal, los chirridos y luces de máquinas en condiciones cuestionables, juegos de suerte y juegos de habilidad, donde si te persignaste unas cuantas veces y no andas muy borracho, puedes ganarte un osito de peluche si tiras una pirámide de objetos con una bola, o cosas así.

Eso Y Más



Fue sorprendente la gran similitud del ambiente en la feria de Sevilla, en cuanto a los juegos mecánicos, con respecto a las que he visto en mi rancho. Aunque he de aceptar, que tiene un buen que no voy, hay varias cosas que el típico joven mexicano de mi edad hace y que yo no, pero soy muy típico de todas maneras.

¡ B i n g o !



Nos metimos a un puesto frente a un juego de bingo, servían paella y pollo asado creo, comimos paella. Y casi estoy seguro de que comí caracoles, porque entre lo que traía la paella había una cosa media amarilla, que sabía como a carne, pero que no era carne y estaba blandita, como cuero, y analizándola más de cerca, vi cierta textura que me pareció casi idéntica a la piel de caracol, tal vez solo era que quería comer caracoles y me forcé a imaginarme que lo hacia. Al parecer los caracoles son algo muy común y deseado por la gente por estos lugares, hay varios puestos de comida por las calles que cuelgan un letrero como: “¡Hay Caracoles!”, o sea, como gancho para que la gente vaya ahí o algo así.

Terminamos de comer y anduvimos un rato zorreando a ver que había de bueno y luego nos fuimos a explorar la ciudad, ya era noche, y pues no teníamos planeado dónde dormir, o si en realidad dormiríamos. En busca de parquecitos cómodos fuimos.

Sevilla, es un poco más sucia que Alcalá, pero supongo que se debe a lo de ser una ciudad más urbanizada, aunque, por otro lado tenemos a Madrid que está en muy buenas condiciones.

La gente seguía dirigiéndose a la feria y nosotros caminábamos con toda la carota de turistas, con mochila en brazo y observando cada detalle curioso que se encontraba por nuestro camino.

Luego de unas vueltas en falso y mal entendidos con los puntos cardinales, estuvimos por buen camino, apunto de cruzar uno de los puentes de la ciudad. Pero, antes, nos bajamos a explorar, de hecho, hasta pensamos en una vez terminada la jornada de turismo, regresar ahí, buscar un rinconcito para cada quien y jetearnos bajo el puente. Estuvimos un rato ahí, viendo a unos patos que se disponían a dormir, tomando fotos pretensiosas y charlando.

Tomamos nuevamente el camino, en busca de la estación de autobuses, es que con la emoción de la feria y el lugar nuevo, pues se nos pasó recordar el camino de regreso a la estación, y al siguiente día por la mañana teníamos pensado regresar a Córdoba para turistear bien ahí.

Vimos una especie de parque/plaza/mirador que tenía finta de cómodo, había varias bancas y no estaba tan alejado de la calle, yo le eché luego luego el ojo a una de las bancas, ya me estaba imaginando ahí babeando.

Ubicamos la dichosa estación, y al ser ya bastante noche, la única opción aparente para seguir despierto era la feria, so, back to the feria. Esta vez tomamos un autobús, especialmente con destino a la feria, 1€ por cada uno, se llenó y todos los ocupantes nos bajamos frente al gran arco a la entrada de la feria.

Fuimos a una sección de puestos donde servían unas especies de donas, hechas al momento con chocolate caliente. Resulta que las cosas estás, redondas con un agujero en medio, se llaman aquí buñuelos, y como los buñuelos de México, también están bañados en azúcar. Nos sentamos en una mesa y en la mesa contigua se sentó una familia de nativos, aparentemente, hicieron pequeña conversación con nosotros y nos pasaron los buñuelos porque la mesera no alcanzaba ha llegar hasta donde estábamos, luego vino el rico y calientísimo chocolate, que disfruté escurrido sobre la punta de los buñuelos, tenía rato sin mojar pan con chocolate caliente.

Cuando pagamos, la señorita nos tenía que regresar cambio. Un poco después de que le pagamos [en cuanto nos sirvió le pagamos], llego una niñita de unos 7 u 8 años, cabello claro y se veía lista y energética, llena de chispa y curiosidad, lo noté porque me decía: “muévete más hacia atrás” mientras me tomaba yo una foto con ayuda del disparador automático de la cámara, la había puesto sobre la mesa un poco alejada de mí y la niña veía por el display de ésta.

¿Puedo hacer una foto yo? – me preguntó en un tono con toqué autoritario pero a la vez respetuoso.
Si – le respondí alargándole la cámara.

Ella nos había entregado el cambio, era primita de la mesera que nos había atendido.
¿A quién se la hago? – preguntó volteando a su alrededor.
No respondí, pues sabía que no estaba hablando conmigo, era más un diálogo con ella misma.
¡Ah!, ¡ya se! ¡A mi prima! – dijo, y se alejó con la cámara al interior del puesto.

La verdad, me dio cuscus, porque así de la nada ya estaba a unos 8 o 9 metros de distancia con mi cámara, y había mucha gente, una mesera me tapó momentáneamente la visión de la niñita, que se había parado frente a su prima y otra muchacha igual de joven. Les tomó dos fotografías, porque la primera salió mal y regreso a la mesa a entregarme la cámara, no sin antes tomarle una foto a los buñuelos.

Cuando me daba la cámara le dije: “Tómate una tú”; tomó la cámara con las dos manos, la volteó hacia sí, estiro los brazos a la altura de su cara hizo una cara y se tomó la fotografía. Me entregó la cámara, agradeciendo, y cuando se iba le pregunte por su nombre: Adria.

Adria's Pics












Terminamos con los buñuelos y el chocolate y a caminar se ha dicho. Otra vez por los puestos de tapas, ya la gente casi toda solo se dedicaba a bailar, en algunos puestos más grandes había conjuntos en vivo, con música latina en algunos, flamenco en otros, en fin, fiesta total.

Ya como a la 1 y tantas de la madrugada salimos de la feria, ya bien decididos a dormir descobijados. Fuimos a la plaza/parque/mirador, y nos sentamos en una banca blanca, metálica, que estaba de espaldas con otra de las mismas características. Yo ya estaba bien hecho a la idea de que ahí dormiría.

Toño fue a buscar dónde orinar y yo me quedé ahí, me puse la camiseta que traía en la mochila arriba de la que llevaba y luego el sweater beige y por último la chamarra roja. Saqué la pasta y el cepillo para dientes y una botella de agua que había comprado en el viaje, me lavé los dientes y me acosté sobre la banca. Homeless, pero limpio.

Sí, me dormí. zzzzzzzz



Unknown 4:24 p.m.




El Funeral De Los Caracoles



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