martes, junio 20, 2006
Día 100 [25 de mayo]
Cuando empecé con estos de los numeritos en los días, no tenía algún plan. Hace unos 30 días que pensé que al llegar a los 100 escribiría algo súpercool, pero no, no hay nada, nada extraordinario o espectacular. Un día normal.
Al ser jueves, pues la obligada desmañanada a la escuela, a laboratorio de control, con mi circuitito recien alambrado. Voy a tener que comprar algunos materiales extra para el controlador del motor de corriente directa.
Después la clase de digitales, donde nos pusimos a resolver el examen del año pasado y en muchos puntos no sabía ni que show, tenía solo una vaga idea de lo que pasaba. Saliendo de esa clase fui a comprar algo a la máquina dispensadora de chucherías que hay por ahí cerca, no sabía que comprar, pero después de ver fijamente la máquina, me decidí por unos como submarinos, pero de bimbo, de chocolate o avellana, no estoy muy seguro.
Metí las moneditas y apachurré los botoncitos, el mecanismo comenzó a trabajar lentamente, el pan empezó a avanzar hacia delante y con un ligero movimiento cayó, pero, para mi mala suerte, dio un giro inesperado y quedó atorado entre el vidrio y uno de los compartimientos que tenía red bulls. Me dio risa, y empecé a golpear discretamente el vidrio [bueno, no vidrio, sino mica] le daba golpecitos con la el puño derecho, pero cuidándome de no hacer mucho escándalo [es-cán-da-lo, es un escándalo ♪]. Era un poco desesperante porque la máquina está acoplada a otras 2 y las tres están como dentro de una cajota protectora que hace prácticamente imposible mover el conjunto de máquinas.
Estaba planeando qué hacer cuando apareció una chica rubia, cabello corto y lentes, una blusita blanca con coquetos encajes, me vio ahí al lado de la máquina y me sonrió, pero a la vez se quedó como pendiente, le dije: “se ha quedado atorado, pero compra lo que tengas que comprar”. Asintió con la cabeza y depositó el dinero, compró un jugo de naranja, lo cogió y me sonrió nuevamente, parecía que ya se iba cuando dio la vuelta y me dijo: “ve a la cafetería para que te devuelvan tu dinero” y yo: “ok”, sentí que me chivié poquito, y ella remató con: “mejor, espera aquí, yo voy y les aviso” y ahí de plano sucumbí, no pude decir nada, solo moví la cabeza en señal de agradecimiento, se fue a paso veloz, no sin antes regalarme otra sonrisa.
Me quedé ahí frente a la máquina, pidiéndole al pan atorado que se dejara caer, y pensando a la vez: “esta chica no sabe que me acaba de alegrar el día” [esto fue lo extraordinario del día 100, hice una finta al principio, jojojo].
Pocos segundos después apareció ella, nuevamente, con su mirada desvanecida momentáneamente por un reflejo de luz en sus lentes. Sonreí, y ella dijo: “me han dicho que vayas tú, que tomarán tus datos y que cuando venga el de la máquina que te regresarán tu dinero” yo dije, un poco nervioso, pero conteniéndome: “Ok. Muchísimas Gracias” y ella sonrío y giñó el ojo derecho, “hasta luego” - me dijo y se fue hacia el edificio oeste.
Caminé hacia la cafetería, entré y había mucho moviemiento detrás de la barra, ya era hora de mi clase, pensé: “ya obtuve algo dulce, suficiente por hoy” salí sin pedir información, me fui al salón.
Las clases transcurrieron normalmente, no hubo incidentes, mi concentración fue buena, aunque de vez en cuando pensaba en que probablemente jamás volvería a ver a la chica sonriente que se ofreció a ayudarme, pero bueno.
En la residencia fui preparando las cosas que me llevaría al siguiente día, o sea, como medio escogiendo ropa, pero no empaqué. Después la clase de Montaje y Edición de Video Digital, que fue a las 19:00 para aprovechar al máximo el tiempo que se nos venía encima, debíamos de avanzar lo más posible porque Natalia saldría la siguiente semana a Cadiz y pues no habría clase.
Ayudamos a hacer un intro para la obra, que consistía en echar sangre simulada sobre un vidrio donde la protagonista escribiría 4:48 con el dedo, todo esto lo estábamos grabando para su posterior edición. La primera aproximación a sangre fue una mezcla de salsa de tomate con no sé qué otras cosas, pero apestaba muy feo, Paula [la única compañera de clase que quedó conmigo al final en el curso] y yo sosteníamos el vidrio horizontalmente mientras Federico [el coordinador de fotografía] vaciaba gotas se la mezcla olorosa sobre el cristal, después nosotros girábamos lentamente el vidrio a una posición vertical, Natalia lo filmaba todo.
Luego de algunos intentos fallidos por conseguir nuestro objetivo, decidieron cambiar de sangre, y trajeron de esas gotas de líquido rojo para desinfectar heridas, y al final esa fue la sangre que usamos, ya la protagonista tenía el dedo todo fuchi pero bueno, quedó 2/3 el intro.
Por otro lado, yo casi terminé lo de los videos felices, o sea, anuncios y esas cosas. Natalia me encargó que para la próxima sesión llevara una secuencia de números que viene en el guión de la obra, se supone que los que no están bien de sus cualidades mentales no pueden contar del 100 hacia atrás de 7 en 7.
Me dormí tempra, creo, no recuerdo muy bien, pero al siguiente día debía hacer varias cosas antes del trip a Paris.
Unknown 1:10 p.m.
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